Proscripción Escolar

Proscripción Escolar

Últimamente se ha ampliado la discusión sobre los factores que repercuten en el éxito o el fracaso escolar, incluso con las variantes sociales, demográficas, geográficas, culturales, lingüísticas, económicas y más escenarios donde varían estos factores. Uno de los factores que más llamó mi atención y sobre el cual girará el presente ensayo es la mal llamada deserción escolar. idea sobre la que iremos generando análisis a partir de otras variables. Por ahora será importante ir delineando conceptos.


La deserción escolar es entendida como el fenómeno mediante el cual el estudiante deja de manera (aún temporal) la institución educativa. Es importante detenerse en la temporalidad porque hace referencia a una situación que no se ha convertido en definitiva, pero que ha alejado al estudiante del aula. También es importante señalar que este fenómeno no es un acto aislado, es producto de un proceso de condiciones que repercuten en la o el estudiante y lo empujan a la “deserción”, por decirlo de alguna manera. Estas condiciones están amarradas a la institución educativa, el círculo de amistades del aula o fuera de ella, la comunidad, la familia, y de manera más específica en su relación con sus padres, sus maestros, sus pares y aquellas personas con las que desarrollan vínculos diversos.


Quiero hacer hincapié en esta idea: la deserción se genera a través de un proceso exógeno al estudiante, es decir, un proceso externo a él, ajeno a su voluntad, incluso es un proceso tan complejo que no llega a ser comprendido ni por los actores de la institución educativa, ni las instancias superiores, o el mismo estudiante y su entorno, quedando altamente desprotegido. Frente a ese estado de desprotección, incluso la idea de no asistir al colegio, jamás debería ser culpa del estudiante.


Paralelamente en la institución educativa ocurren una serie de tensiones que pueden reforzar o reducir las probabilidades de tener o retener (suena forzado retener) al estudiante dentro del sistema o expulsarlo de él. Por ahora me detendré en dos oposiciones o tensiones ligadas a este fenómeno.


Primera tensión: Docente vs estudiante


Una de las principales tensiones ocurre en la oposición docente - estudiante, en la que el docente sigue teniendo un papel opresor y vertical, dueño del conocimiento y de la “disciplina” rompiendo de manera constante, permanente y en postas con la sabiduría de las y los estudiantes. Los niños y las niñas son gigantes, son enormes en sus potencialidades. Sus primeros años expresan una energía vital enorme. En sus primeros años están dotados de mucha creatividad, inocencia, alegría, no se cansan, desbordan amor. Y ¿qué hacemos nosotros los adultos dentro y fuera del aula? ¿reforzamos sus potencialidades o las debilitamos?


También se pone en “juego” la idea de poder, el poder del docente en el aula y dentro de la I.E. Ahora el docente debe ser más diligente, consensuar acuerdos con las y los estudiantes y los padres de familia. valorar, respetar y reconocer sus saberes previos y su diversidad. Los docentes deben hacer un seguimiento permanente al desempeño de los estudiantes, incorporando estrategias de aprendizaje y recursos que permita atender las diversas necesidades y características de los estudiantes. ¿realmente están los docentes preparados para ello? Un amigo docente (28 años) de uno de los mejores colegios de Lima me decía: “siento que me es imposible educar cuando no hay normas y no se les puede decir nada a los adolescentes, no hacen caso… se requiere disciplina… El problema -me decía- son los padres permisivos”.


Los encasillamos, los formamos en filas, los hacemos marchar, les robamos la alegría, la creatividad y la pasión por disfrutar la vida. Les robamos la fuerza, le restamos su energía y los vamos debilitando. En vez de llegar a la adolescencia fortalecidos para despegar, llegan agobiados, debilitados y se conflictuan, sembrando condiciones para imposibilitar su maduración normal, e incluso promoviendo una juventud extendida.


Es en el sistema escolar que los enfrentamos por primera vez a situaciones tan denigrantes y nocivas para su ser y su autoestima como son la repitencia y la deserción escolar.


Segunda tensión: El miedo al fracaso escolar vs aprender:


Esta noción va siendo insertada en el imaginario de niñas y niños desde los primeros años, al mismo tiempo que va formándose la idea de la nota y de la competencia, es decir, quien saca más nota es mejor, quien saca más nota es malo, tonto, y puede “repetir”. El solo hecho de imaginarlo van generando en ellos un temor muy grande que va a ir minando su tranquilidad y serenidad para aprender, generando nociones asociadas de encierro, de ahí la idea de claustro escolar.


Un sistema basado en el castigo y la sanción, no puede ser jamás un sistema exitoso. La repitencia ha demostrado no ser un paliativo, tampoco un generador de segundas oportunidades. Una de las primeras conclusiones del fracaso de un estudiante durante el año lectivo es la incapacidad del docente de cumplir con su rol de docente y otras labores asociadas como su rol inherente de tutor. Se debe desterrar la idea de docente evaluador a docente formador-tutor. está demostrado que los estudiantes que repiten tienen una mayor probabilidad de dejar el sistema educativo, fenómeno al que denominará en adelante proscripción escolar, porque permite exponer con mayor claridad la complejidad de este fenómeno.


Deserción Escolar
Proscripción escolar
Es atribuido al estudiante
Es atribuido a causas exógenas al estudiante
No visibiliza las características exógenas del fenómeno
Le quita la noción de culpa al estudiante y contribuye a reducir el temor a fallar
No incorpora la idea de exclusión
Visibiliza la idea de  exclusión, permitiendo tomar medidas al respecto
Invisibiliza la estigmatización del estudiante como inferior
concepto complejo que da una idea de proceso

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